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Disclaimer:

Los personajes y lugares extraídos de obras literarias, cinematográficas o televisivas pertenecen a sus respectivos creadores. No pretendemos obtener lucro o beneficio alguno a través de su utilización en nuestras historias y relatos.

Los personajes y lugares fruto de nuestra imaginación, en cambio, sí nos pertenecen.

Hijos del árbol (I): Piedras rotas


No le quedaba otra opción. Si quería abrigar algo de esperanza, tenía que adoptar una decisión drástica. El ejército de la sombra se había precipitado sobre ellos con inusitada violencia y no podía demorarse mucho más.

Sabía lo que debía hacer, aunque eso no facilitaba las cosas.

Meditó el plan una vez más. Era una posibilidad que siempre se le había antojado remota e impensable, algo a lo que no sería necesario recurrir, pero ahora que el Señor Oscuro empezaba a dar muestras de su verdadero poder, no cabía nada más. Al menos, eso es lo que su mente repetía sin cesar.

Giró la cabeza. Algunos de sus hombres, con las espadas en alto y el rostro salpicado de sangre, se habían apostado junto a él. Estaban dispuestos a acatar todas sus órdenes. Hasta el final.

Hizo una señal con la mano. No había marcha atrás.

El inquietante silencio que inundaba el lugar fue sustituido por un rugido ensordecedor. En ese mismo instante, se precipitó a las gélidas aguas.

Mientras caía, escuchó los últimos ecos de la contienda. El agónico estruendo de la estructura de piedra al desmoronarse como un gigante abatido. Los alaridos de aquellos que, junto a ella, eran arrastrados sin piedad al lecho del río. Los gritos de ánimo de los escasos soldados que esperaban impacientes en la otra orilla...

Su cuerpo se zambulló en la corriente. El líquido transparente, teñido de rojo con ocasión de la batalla, lo engulló.

Abrió los ojos y se descubrió a merced de las aguas. Sus ropas, totalmente empapadas, pesaban demasiado, y se hundía irremediablemente. Si quería sobrevivir, tenía que salir de allí cuanto antes.

Abriéndose paso entre los innumerables cadáveres que cubrían el fondo, empezó a nadar hacia la superficie. No podía darse por vencido. Tenía que conseguirlo. Por su padre. Por su hermano. Por su hermoso reino.

Una mano amiga le ayudó a encontrar el camino hacia la luz. Sacó la cabeza fuera del agua y respiró con ansiedad, como si nunca hubiese aspirado el aire de aquellas tierras que tanto amaba.

Por fin pudo alcanzar la orilla. Allí le esperaban unos ojos cómplices, de un gris profundo y enigmático como los suyos. Él se limitó a hacer un tímido gesto con la cabeza e, inmediatamente, dirigió una mirada fugaz hacia el otro lado del río.

Donde antes se alzaba majestuosa la férrea e imponente estructura pétrea, no quedaba más que un vacío tétrico y acusador.

Boromir suspiró.

El puente había caído. Gondor resistiría.



2 críticas:

Era lo que se tenía que hacer.
Desventurado Capitán de Gondor.
snif snif...

26 de febrero de 2008, 20:54  

En pocas palabras...ENGACHA. Estoy deseando que subas las siguientes partes... que ya subiste al foro ju,ju,ju.

Ves como el insomnio te da mucho tiempo para hacer cosas... je,je,je...

Besitos.

Ya vendre a seguir dando la lata y a seguir leyendo... je,je,je.

27 de febrero de 2008, 17:07  

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